5 de diciembre de 2018

Galernas


Í.
Cierras los ojos
y se calla el mundo,
traéme el mar, una vez más
abrazando tus pupilas.

La sal dormida
que se enreda en tus pestañas
deja que caiga en esta herida
hueca en mi piel de lunares rotos.
Que anide en tus rizos
el frío de esta culpa que se eriza.

Porque es difícil morir
con el corazón tan lleno,
los ojos tan abiertos, la puerta
a una escena donde no existe
la palabra equivocada.

Porque me siento (diminutamente) inmortal
cuando en el músculo cansado
naufragan tus huellas
y la piel está fría
y el fuego está dentro.

Y quizá llegue diciembre
y caduque el viento que ahora improvisa
y crezca la zarza y nos trepe
y se llenen de fango las rías
donde hoy construimos el barco.
Puede que el tiempo nos ruede
aunque ya sea tarde para salir intactos.

Pero hoy no es ese día.

Porque después de mil galernas
ha llegado tu arena a mi orilla.